PALMERA
Ahí estás peluquita despeinada
jugado a ser reina amada
con las nubes andariegas
que te besan al pasar
y que se juntan con asombro
y curiosa simpatía
a contemplar tu osadía
de entremeter tu hojarasca
en los campos del Señor.
Cielo, nubes, luz radiante.
Truenos, rayos, lluvia fresca.
Compañía de tu alma
de palmera enamorada
que desde arriba vigilas
nuestro paso cada día
y a los pájaros de noche
les brindas tu protección.
Te chillan cerca las chicharras,
Las palomas con su arrullo
te adormecen,
te alborotan los gorriones en sus nidos,
duerme el búho todo el día entre tus palmas
y tú sigues retozona
estirando tu penacho
para intentar hacerle
cosquillas a nuestro Dios
mientras acá
te retienen tus raíces
y no te dejan llegar al sol.
María Laura Ruggia
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