ESPEJO Me miro y la luna rota del espejo da formas infinitas a mi rostro. Cada partícula de mí se desprende por las nervaduras insondables de los tiempos y ahí están ellas las señoras de mi historia tejiendo futuros con los hilos del deseo. Vuelan entre sus manos las monedas de la suerte cara o cruz es la elección. Cara de la miseria y la guerra cruz del viaje sin final. Elegir será siempre un sufrimiento, pero se elige igual. Tengo los ojos moros de aquella que heredó la sangre de los antiguos habitantes de la España medieval. La italiana de la tierra del Piamonte me entregó su cabello ondulado y su rebeldía. Guardo en mí la furia otorgada por otra tana que aguantó los desvelos y sufrió la angustia en el viaje interminable. Y me legó los mapas de sus manos a veces ásperas a veces suaves la nona del campo que le puso ganas y le dio su sangre a nuestra estirpe americana. Están en mí todas las voces todas las manos...