INDIFERENCIAS
Labios cerrados, cárcel de los sentimientos que nadan en los mares de neuronas de tu mente adormecida. Todo está ahí, pero permanece agazapado porque lo ocultas a tu propia voz incierta. Todo está detenido en el infinito mundo nebuloso de las sonrisas que no fueron, de las caricias que se perdieron en el delirio de tener. Ya no te duele el niño caído y quebrado por el hambre que solloza suplicante tu atención. Ya no te duele la madre que se desangra con sus hijos perdidos en paradójicas guerras para salvar a la humanidad. Ya no te duele el anciano martillado por la angustia, triturado por la soledad y el abandono. Ya no te duele el río que corre tortuoso arrastrando los desperdicios de los insaciables. Ya no te duele la flor que murió en su capullo, sin que su belleza iluminara tu mundo; el nido construido con despojos de la industria, donde los pichones se desmiembran mutilados antes de emplumar. Ya no hay lágrimas. Ya no importa. Como un C