LECHE HIRVIENDO
I Apenas clareaba el día la abuela María ya tenía la cocina a leña en marcha, mientras los demás dormían. El abuelo, había salido temprano, en su Rambler hacia el pueblo a hacer sus trámites y compras. “Vuelvo a la tarde” —le había dicho, para que no lo quedara esperando con la comida lista al mediodía, cosa que la hacía enojar. Diez hijos había parido la abuela, ¡diez! Cuatro varones y seis mujeres. Solo la pequeña Lucía no había sobrevivido. Algunos, ya casados, le habían dado varias nietas y nietos que la transformaron en la “nona María”. La abuela agarró dos grandes ollas enlozadas y se fue por el senderito que sus propios pasos habían marcado con la marcha del día a día, al corral de las lecheras, para ordeñar. Tras comenzar su tarea, la tibia leche caía en fino chorro a la olla, donde iba formando, delicado encaje, una espuma blanca y sutil. “El género que compró la Coca para su vestido de novia, con esos bordados, yo nunca tuve algo así.” —pensó, mirando fijamente la leche, m