PICHÓN HERIDO
El ladrido de los perros del vecino. El barullo de los teros. El viento ululante. Las chapas de alguna casa rechinando. Los perros, otra vez los perros. La moto de Ricardo bramando con el escape libre. Otra vez Ricardo con lo mismo. El crepitante balbuceo de las hojas de los eucaliptos del parque. El llanto de un bebé. Ahora también el llanto de un bebé. Y el insomnio. Como siempre. El insomnio. Una taza de té de tilo, o de pasionaria, o de valeriana, o de naranjo. O leche tibia con canela y miel. O dos o tres pastillas de Valium. O un Alplaxito, como dice su mejor amiga Un rayo de sol le pega en la cara apenas unos minutos después de haberse dormido. No abre los ojos. No quiere abrirlos. Esperará que suene el despertador, quizás una hora o dos después. Pero es inútil la idea de dormir otra vez, ya todo vuelve a empezar. El ladrido de los perros del vecino. El barullo de los teros. El viento ululante. Las chapas rechinando. El llanto de un bebé. Se levanta nerviosa. Como ayer. Como sie