EL ARCODONÓMICO MISTERIOSO
Cualquiera podría pensar que estoy loca, al verme abandonar para siempre mi casa y en estas condiciones tan contradictorias. ¡Como para que no sea así! ¡Con este aspecto no podría más que inspirar ese tipo de pensamientos! La tarde que lo encontré, era una fría tarde de invierno. Regresaba de mi trabajo, por la vereda musgosa de la manzana donde se encontraba la antigua casa de don Luis Pérez Alcántara, el viejito de la esquina, a quien esperaba ver en el portón de hierro de su jardín, curioseando mis pasos, como lo hacía siempre. Justamente, me había concentrado en su imagen y me preguntaba para mis adentros si estaría en su portal. Hacía días que no lo veía y consideraba la posibilidad de averiguar cómo se encontraba. Él vivía solo en la gran casona desde que había muerto su esposa y no recibía visitas con frecuencia, por lo que me preocupaba la sospecha de que algo malo pudiera haberle sucedido. Sin embargo, después de haber recorrido algo más