INDIFERENCIAS



Labios cerrados, cárcel de los sentimientos
que nadan en los mares de neuronas de tu mente adormecida.
Todo está ahí, pero permanece agazapado
porque lo ocultas a tu propia voz incierta.
Todo está detenido en el infinito mundo nebuloso
de las sonrisas que no fueron,
de las caricias que se perdieron en el delirio de tener.
Ya no te duele el niño caído y quebrado por el hambre
que solloza suplicante tu atención.
Ya no te duele la madre que se desangra con sus hijos
perdidos en paradójicas guerras para salvar a la humanidad.
Ya no te duele el anciano martillado por la angustia,
triturado por la soledad y el abandono.
Ya no te duele el río que corre tortuoso
arrastrando los desperdicios de los insaciables.
Ya no te duele la flor que murió en su capullo,
sin que su belleza iluminara tu mundo;
el nido construido con despojos de la industria,
donde los pichones se desmiembran mutilados antes de emplumar.
Ya no hay lágrimas.
Ya no importa.
Como un Cristo roto y abandonado en un pozo de miserias
ha quedado tu corazón aniquilado.
¿Cuántas indiferencias construyeron el muro de rocosa masa
que encapsuló tu alma en calabozo tan letal?
Amortajado ser que ya no eres
sino una indiferencia más.














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