ESPEJO
ESPEJO
Me
miro
y
la luna rota del espejo
da
formas infinitas
a
mi rostro.
Veo
en cada partícula de mí
que
se desprende
por
las nervaduras insondables
de
los tiempos
a
las señoras de mi historia
tejiendo
futuros con los hilos
del
deseo.
Vuelan
entre sus manos las monedas
de
la suerte
cara
o cruz es la elección.
Cara
de
la miseria y la guerra
cruz
del
viaje sin final.
Elegir
será siempre un sufrimiento,
pero
se elige igual.
Tengo
los ojos moros
de
aquella que heredó la sangre
de
los antiguos habitantes
de
la España medieval.
La
italiana de la tierra
del
Piamonte
me
entregó su cabello ondulado
y
su rebeldía.
Guardo
en mí la furia
otorgada
por otra tana
que
aguantó
los
desvelos
y
sufrió la angustia
en
el viaje interminable.
Y
me legó
los
mapas de sus manos
a
veces ásperas
a
veces suaves
la
nona del campo
que
le puso ganas y le dio
su
sangre a nuestra estirpe americana.
Están
en mí
todas
las voces
todas
las manos
todas
las vidas.
Salen
de mis labios,
dados
para el grito y la pasión
las
palabras que ellas callaron.
Perviven
en mi piel trigueña
los
sentires que se les prohibieron.
Tengo
en mi corazón
la
fuerza de mis ancestras
con
el mandato infinito
cocido
por el fuego del destino
de
cambiar el mundo
y
dejar atrás el oprobio y la opresión.
Sensatez
y rebeldía
se
condensan en mí.
Paso
la posta a las que vienen:
palabra,
pasión y fortaleza.
Tiro
al aire la moneda.
La
suerte está echada.
La
lucha no tiene fin.
María Laura Ruggia
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