CANTO PARA LA MUJER



Soy rabia que se expande, savia natural, ramaje fuerte.       

Soy el sauce que se inclina para beber el sustento del río

flexible dueña de fuerza reverdecida.

Soy el chajá que grita alerta

el teru teru que protege a sus pichones

altanera guardiana de mi progenie.

Soy menta, cedrón y manzanilla

endulzando el día, quitando los dolores.

Soy suspiro triste al amanecer y aliento tibio en la noche fría.

Soy regazo, soy abrazo, soy el beso que cambia la suerte adversa.

Soy la gramilla que se pega en los pies descalzos

y suaviza el camino empedrado.

Soy la lluvia que se desliza por los tejados

y riega la aridez del mundo.

Soy rocío fresco, brisa húmeda y suave

aire de vida que llena los pulmones.

Soy viento del norte intrépido y ardiente.

Soy la furia, el impulso, la llave que abre la caja de Pandora.

Soy el surco en la tierra que abraza la semilla

la seduce y la acuna hasta que larga el brote.

Soy piel que se tiñe del color del paisaje

que desprende aromas de augurios y misterios.

Soy el jazmincito que se enreda entre las rejas

pertinaz conquistadora de mundos posibles.

Soy Abya Yala, la América toda

comarca salvaje en plena madurez.

Soy el follaje del árbol sagrado de la vida.

Soy la raíz de la vegetación que nos alimenta.

Soy la fruta del monte que crece feroz y dulce.

Soy los pasos que dieron las que me precedieron

las que dejaron huellas de lucha y resistencia. 

Soy la guardiana del legado

de las antiguas deidades del amor y la lujuria,

de la fertilidad, las artes, la pasión y la libertad.

Soy la sangre que se derrama para la paz

para aplastar la muerte, para regar el futuro.

Esa sangre que mece y arrulla al ser naciente

y le abre camino hacia la vida.

Soy el ayer y el mañana.

Soy lo por venir.

Soy un punto en el universo.

Soy el universo en mi ser.

Soy mujer.


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