FUEGO Y DESEO



La brisa juega con el río

ondulando el reflejo del sol sobre el agua.

El calor abrasa la tarde en la orilla

y la arena se pega a mi cuerpo

por la transpiración.

Quema

fuego y deseo

mi piel de canela

donde los azahares de tu huerta

riegan con sus estambres fecundos

sus dulzores 

de amor en espera.

El ritmo de mi sangre resuena por mi cuerpo

y silba en mis sienes 

pífano antiguo

augurando una acalorada batalla.

 

Busco una señal

en el susurro de las hojas de los camalotes

que bordean el río

y crujen bajo el peso de tus pies mojados.

Me buscas.

Tus huellas se marcan en la arena

hasta que las borra el agua que viene y va.

Vuelan las garzas asustadas.

Callan las ranas su serenata.

Los peces huyen 

hacia lo insondable de su mundo.

Vienes a mí

y desato el fuego de la hoguera

despierto a la serpiente astuta

tomo el fruto prohibido

destierro de mi piel la candidez

amordazo la voz de la conciencia.

abro el portal secreto de la lujuria

destruyo los muros del orgullo

 

Vienes a mí

y te espero 

reteniendo en el alma

el aire impregnado del aroma 

natural y salvaje

de las islas.

Vienes a mí

y me descubro abierta a la pasión

húmeda de inusual rocío.

Vienes

erguido en tu viril estampa

sacudiendo los misterios 

que anidan en tu mirada oscura.

Te acercas

Te acercas tanto 

que tu hálito 

busca caminos

para invadir 

mi íntima existencia.

Me abrazas 

con la insolencia de tu cuerpo fresco.

Me abrasas 

con el descaro de tu fuego intenso.

Penetras mi universo 

suburbio mágico

en un ritual de tiempos milenarios

para volver a ser uno entre millones

hasta caer extenuados

en el abismo impredecible del amor.


María Laura Ruggia


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