LA RAYA La raya es un signo ortográfico. No es lo mismo que el guion o el signo menos. Las computadoras no tienen este signo incorporado a su teclado, por eso es muy común que se comentan errores al usarlo. Algunas aclaraciones y reglas para el uso de la raya, que pueden ayudar en el momento de redactar un texto, especialmente si es narrativo e incluye diálogos. HACER CLIC AQUÍ
A mi amiga Ruth, que viaja hacia un nuevo renacer . El agua del río se desliza por su camino de limo con un susurro de lluvias cantarinas. Por su orilla de arenas que el sol calienta mis pasos marcan el camino hacia el olvido. Se desprenden de mis células de antiguas cimientes nuevas generaciones que circularon por mi ser. Desde el monótono latir de mi corazón, que tu ausencia tienta con sales y suspiros, corre la sangre como torrente incontenible. Mi cuerpo envuelto en guirnaldas, azahares y jazmines ha dejado atrás los días y las noches compartidas. Murmura el agua mi nombre entre repiques de aleteos y peces que nadan escamados de brillos lunares. Me llaman con cantos de sirenas las flores azules de los camalotes, vienen trayendo desde el alto Paraná, historias ancestrales. Y me dejo llevar por sus promesas de vida eterna a través de húmedos paisajes que las orillas me ofrecen, hacia el océano infinito donde descansan, entre sombras insondables y brillos corales, las almas que espe
Aunque la arranque, mi piel reverdece porque mi existencia bebe tu linaje. Mi herida sangrante se consuela con luz de luna y miel de los panales. Tus aguas me retienen entre orillas, fresco regocijo de puñales. Danzantes, resplandecen por mi cuerpo y en sutil caricia me enloquecen. Subsisto por tus suaves devenires que calman los ardores del deseo mientras penetra en mí su lanza ubicua el dios oscuro de las profundidades. Un manto fangoso me cubre con ternura sabiendo a peces y líquido misterio. Devienen tus olas en ensueños, artesano tallador del alma mía. Cae mi máscara, caracola indecente, por el torrente ensordecedor de tus caudales. Mi voz se pierde como efímero lamento cantando mi serenata a las estrellas. Señor de mis mañanas y mis noches sostén mi mano que voy a la deriva. Refresca mi sangre en tu letanía, soy tu amante, tu adoradora, tu elegida. María Laura Ruggia
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