NIDO VACÍO
Ella
Que si veo a la familia de tu padre.
Pero sos pelotudo o qué tenés.
Que si veo a la trola con la que vive
y el hijo que quién sabe de quién es, dirás mejor.
Familia éramos nosotros, Oscar vos y yo.
Hasta que formaste pareja y te fuiste.
Y entonces todo cambió entre los dos.
Sentí la soledad de una manera extraña.
Entró por esa puerta y me invadió.
Estábamos juntos, como siempre, pero me sentí tan sola.
Hasta que poco a poco
las palabras fueron ariscas compañeras para mí.
Qué podía decir si las palabras
salen del alma y yo tenía el alma
con un hueco profundo y sin final.
Dónde se habían ido las palabras que siempre abundaron en mí.
Enmudecí, es cierto.
Nada había para decir.
Y mi silencio fue un abismo entre los dos.
¿Acaso él se puso a pensar por qué enmudecí?
¿Acaso pensó que ese vacío se llenó de tristeza?
¿Acaso notó mi angustia?
¿Acaso me vio desmejorada y enferma?
¿Acaso intentó una caricia amorosa
o dijo una palabra tierna para mí?
A los abismos se les tienden puentes.
Entre nosotros pudo haber puentes de amor.
Pero hubo distancia.
Hubo un espacio infinito que no pude saltar.
O ya no quise, tal vez.
Él tendió sus puentes, pero no hacia mí.
Quizás los años de vivir felices
tuvieron un propósito y un final.
No sé dónde se fueron las risas.
No sé dónde quedaron los abrazos.
No sé qué pasó con el amor.
No sé quién se robó la felicidad o dónde la perdí yo.
No sé si yo abandoné el barco
o él se tiró a la correntada
para nadar a la orilla y no volver.
Esa noche, me lo dijo todo.
Me dio un beso en la frente y se fue.
El ropero vacío me lo gritó en la cara: no va a volver.
Sus trofeos, sus revistas, su colección de CDs
y sus papeles del negocio se fueron tras él.
Sola, me quedé en el nido,
que no estaba vacío porque siempre estuve yo.
¿Y vos me preguntás si veo a tu padre y su familia?
Pero hijo, que pelotudo que sos.
ÉL
Después de que te fuiste, Quique, todo cambió.
La familia se fue desenredando y quedamos los dos.
La gorda para mí fue siempre lo máximo.
Una mina de fierro, lista para ponerle el cuerpo a todo.
Pero el tiempo pasa y en las mujeres deja su huella.
No es que no siguiera estando buena,
tiene su cuerpazo ella…
Pero, ya no era lo mismo que antes.
Se nos pasó el tiempo de la calentura.
Buen sexo siempre, pero sin la loca pasión.
Y se me cruzó la flaca, qué culo, qué tetas por dios.
En casa, el silencio total. La gorda me dejó de hablar.
Seguro que se dio cuenta de todo y se lo guardó.
Como que la conozco bien, estaba engranando.
Estaba esperando el momento para largarme su odio.
Por eso se pasaba horas pensando, mirando por la ventana.
Esperando qué.
Esperando el momento de largarme todo su arsenal.
Un día me decidí y me llevé toda la ropa.
La flaca estaba preñadaza y no la podía dejar sola.
Cuando se lo dije esa noche, ella no reaccionó.
Se quedó mirando el ropero vacío.
Le di un beso en la frente y me fui.
Ya sabés cómo es tu madre, hijo.
Puro melodrama, ya se le va a pasar.
QUIQUE
No sé qué les pasó, no sé.
Toda una vida juntos y ahora están así.
Formaste una nueva familia.
Ella no lo puede aceptar, decís.
Sigue encerrada en su frustración, decís.
Si se quisieron tanto, qué les pasó.
Dónde quedaron sus proyectos, sus ilusiones.
Dónde fueron a dar los días felices que vivimos.
Dónde se perdieron esas risas, esos abrazos,
ese amor incondicional.
O es que siempre fingieron.
O es que la familia feliz era una ilusión.
No quiero que me pase lo mismo.
No quiero traicionar ni que me traicionen.
No quiero llegar al punto de entrar a casa,
sacar mi ropa, dejar el ropero vacío
y despedirme para siempre
con un beso traidor en la frente.
No quiero ser como vos, papá.
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