VENTANAS
Colaboración de mi amiga Marisa Firmani
…Mientras el viento barría las
últimas flores de ceibo, mil ventanas vinieron a mi encuentro, como
protagonistas en un mundo interno y externo.
Ventanas con celosías de metal,
ventiluces o agujeros en la pared, por las que algunos solo observan detrás de
ellas pasar la vida y otros son protagonistas del alma de todos en valiosos
núcleos de pensamientos a través del tiempo, que enseñan a detenerse.
Ventana por la que se miraba la mujer
como una malformación de la especie hombre, frágil, condenada por su
naturaleza, cuando solo quería ser ingeniera aeroespacial y soñar colgada de
las estrellas.
Ventanas de pueblos, chozas o
ciudades develando diferencias sociales, por donde se vieron niños distinguidos
no queriendo jugar con la mezcla de la calle, diciendo: “Así no vale, con ese
niño no jugamos, es muy bruto”; hasta la clase en la que subieron al barco,
mirando por el ojo de buey navegar sus sueños arraigándose al viento, en
desconocidos horizontes.
O la ventana en la casita de cartón
amarilla del niño que jugaba a ser el héroe de su fantasía que inocentes
fuerzas mayores le derrumbaron.
O la ventana por donde miraba en la mañana de un domingo,
desde la altura, aspirando los instantes de la vieja calle San Martín, recibida
por las columnas inertes con exquisitas molduras y balcones coloniales.
O aquella por la que te vi mirar tu
tiempo de fuerza y sueños jóvenes y arrojarlos sobre los estáticos vehículos
ante-nati.
O ya al despedirme, parada en la
vereda, viéndolos por la amplia ventana enrejada, apresurada para mirar la
película de un tiempo político alejándose.
O las esquinadas ventanas que me
llevan a mirar el plural de irresolutas funciones de diferentes construcciones,
sin trabas ni engaños.
O las flores amarillas que se
grabaron en mis pupilas al entrar ese día por mi ventana y sentirme la
anfisbena para imaginar a aquel que traía escondidas entre sus botas las
semillas de arroz y a aquel sastre soñador.
Quise estar en la habitación del
famoso cuadro que pintara Van Goht con su ventana de cristales reflejando el
amarillo ocre.
Solo caminaba genuinamente yo. Ya la
luna se ponía al cenit.
Marisa Firmani
25 de mayo de 2023
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