ELEFANTES EN EL JARDÍN
Ray Bradbury es célebre por sus obras de ciencia ficción.
Sin embargo, también se dedicó a la producción poética. Publicó su primer poemario "La última vez que florecieron los elefantes en el jardín" en 1973. Si pueden conseguirlo, léanlo.
Ese título llamó mucho mi atención y me atreví a divagar con él. Así surgió este poema, que nada tiene que ver con la grandeza de la obra de Bradbury, sino que es simplemente un juego de ideas y palabras que me gustó escribir.
ELEFANTES EN EL JARDÍN
Ese día fui feliz.
Cómo no serlo si fue la última vez que florecieron
los elefantes en el jardín.
Regaste los canteros con tus canciones de protesta.
Y los grillos amarronados huyeron sin sus violines
porque desde lo profundo de la tierra
surgía el barritar ensordecedor de los elefantes
abriéndose paso con sus trompetas
dispuestas a florecer.
La lluvia vino a ayudarte para que dieran a luz.
Y todos los elefantes,
desvergonzados y rozagantes,
altaneros y audaces,
comenzaron a pulular arrasando mi jardín.
Se apoderaron de millones de silencios
y de montañas de indiferencias
que se escondía por allí
y con sus orejas, ya lejos de las rejas,
luciendo trece amapolas, veinte margaritas y miles de abejas,
las aventaron lejos de aquí.
Arrastraron con sus colas de pimpollos de colores
las miserias de la noche de asquerosos corredores
y se mezclaron en los círculos sin límites
del alucinado jardín,
dispuestos a florecer para vos y para mí.
Y florecieron auténticos.
Y florecieron enteros.
Y florecieron millones.
Y florecieron sinceros.
Elefantes florecidos
Así fue la última vez que florecieron los elefantes
que tanto amabas, en el jardín.
Una mañana de verano recogiste algunos granos,
brotes, hojas, plantas,
flores con tus letras de canciones,
dos guitarras, tres trombones,
más tus amigos trompetones
y te fuiste sutilmente
con esa regadera
de mágica quimera
dejando tu halo de elefantes por ahí,
como una huella de roca duradera,
por si te quería seguir.
Sí, lo recuerdo bien.
Fui feliz la última vez que vi a esos elefantes
florecer en mi jardín.
Sin embargo, también se dedicó a la producción poética. Publicó su primer poemario "La última vez que florecieron los elefantes en el jardín" en 1973. Si pueden conseguirlo, léanlo.
Ese título llamó mucho mi atención y me atreví a divagar con él. Así surgió este poema, que nada tiene que ver con la grandeza de la obra de Bradbury, sino que es simplemente un juego de ideas y palabras que me gustó escribir.
ELEFANTES EN EL JARDÍN
Ese día fui feliz.
Cómo no serlo si fue la última vez que florecieron
los elefantes en el jardín.
Regaste los canteros con tus canciones de protesta.
Y los grillos amarronados huyeron sin sus violines
porque desde lo profundo de la tierra
surgía el barritar ensordecedor de los elefantes
abriéndose paso con sus trompetas
dispuestas a florecer.
La lluvia vino a ayudarte para que dieran a luz.
Y todos los elefantes,
desvergonzados y rozagantes,
altaneros y audaces,
comenzaron a pulular arrasando mi jardín.
Se apoderaron de millones de silencios
y de montañas de indiferencias
que se escondía por allí
y con sus orejas, ya lejos de las rejas,
luciendo trece amapolas, veinte margaritas y miles de abejas,
las aventaron lejos de aquí.
Arrastraron con sus colas de pimpollos de colores
las miserias de la noche de asquerosos corredores
y se mezclaron en los círculos sin límites
del alucinado jardín,
dispuestos a florecer para vos y para mí.
Y florecieron auténticos.
Y florecieron enteros.
Y florecieron millones.
Y florecieron sinceros.
Elefantes florecidos
y florido caballero del delirio
por las calles y barrancas
en carretas, bicicletas,
en triciclos y avionetas.
Sin recetas, sin macetas,
sin alquimias, sin veletas,
florecieron por tus venas,
Florecieron por mis penas,
cual libertarias escenas
de arquitectos de los cuerpos
atrapados en los puertos
y dispuestos a partir.
por las calles y barrancas
en carretas, bicicletas,
en triciclos y avionetas.
Sin recetas, sin macetas,
sin alquimias, sin veletas,
florecieron por tus venas,
Florecieron por mis penas,
cual libertarias escenas
de arquitectos de los cuerpos
atrapados en los puertos
y dispuestos a partir.
Así fue la última vez que florecieron los elefantes
que tanto amabas, en el jardín.
Una mañana de verano recogiste algunos granos,
brotes, hojas, plantas,
flores con tus letras de canciones,
dos guitarras, tres trombones,
más tus amigos trompetones
y te fuiste sutilmente
con esa regadera
de mágica quimera
dejando tu halo de elefantes por ahí,
como una huella de roca duradera,
por si te quería seguir.
Sí, lo recuerdo bien.
Fui feliz la última vez que vi a esos elefantes
florecer en mi jardín.
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