COMO HIERBA FRESCA
Esa noche se acostó temprano. Tenía una rara sensación. Durante
la madrugada la despertó un dolor
inquietante que le recorría todo el
cuerpo como el agua en la ducha. Una picazón le penetraba casi hasta los huesos y no la dejaba volverse
a dormir. Creyó que por los poros le crecían milimétricos zarcillos y se sintió
como las semillas de los germinadores que hacían en la escuela cuando era
pequeña, que se hinchaban hasta explotar en raíces y hojuelas tiernas.
Pronto sus extremidades se
cubrieron de brotes que siguieron
avanzando hasta tapar todo su ser. Parecía una esponja con la superficie verde intrincada y el
cuerpo dispuesto a absorber. Con la
primera luz del día se levantó pesadamente
y llamó a su madre para avisarle que no
iría a atender el negocio en el que trabajaba junto a su familia. Le dijo que
no se sentía bien.
Se observó con inquietud y pasó sus manos en delicado
movimiento por toda su vegetal cubierta. Intentó comprender. Quiso adivinar
qué le había ocurrido. Quizá hubiese sido algún efecto no
deseado del consumo excesivo de
vegetales, a los que la había acostumbrado su abuela. O tal vez ese té
de hierbas raras con que la había convidado la nueva vecina, que parecía salida
de una película de brujos y hechiceras. ¿O serían las alucinaciones otra vez?
Se duchó
con el agua bien fría y natural.
Y se tiró a tomar sol en la reposera del jardín. Sintió que el aire fresco le
reconfortaba los pulmones y le devolvía su
vitalidad. A media mañana abandonó el patio y se volvió a acostar. Se sintió sumergida en
un lecho de fresca vegetación y se
durmió. Soñó que su cuerpo reverdecía como las enredaderas del
jardín en primavera. Y con el alma tibia, se entregó.
Después del mediodía su madre llegó a la casa buscándola. La puerta
estaba abierta y por las ventanas que daban al jardín entraban los rayos del
sol. La soledad era tan tangible que se podía respirar. Una espesa vegetación
enmarañada surgía desde la cama y cubría toda la habitación ostentando unas
flores azules como los ojos de Ester.
Flores azules como tus ojos Ester;
como esos ojos que no volví a ver.
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