ARLEQUINES



No espero ser profeta
ni obtener de las entrañas de la nada  
indudable  promesa. 
Sólo deseo auxiliar al universo  
en este encuentro de arlequines  enmarañados 
que se cuelgan de las estrellas  
bajo la sombra que proyecta  la luna, 
recolectando aguaceros  
con sus cántaros  llenos de agujeros. 
Sólo deseo invertir el trajinar 
del sol de cobre  y erizos 
y de la luna cubierta de cortezas de latas de sardinas, 
para que sea  fácil  el espectáculo 
del círculo de la existencia.  
Ser ocupado del perfecto peregrinar de la naturaleza toda:  
¡Habla  ya de nuestros equinoccios perdidos  por tu ingenuidad y nuestro descuido! 
¡Habla ya de nuestros solsticios  inmovilizados para siempre en tu desatino! 
Por encima de nuestro castigo 
pon nuestro destino de arlequines inconscientes 
que dejan escapar la torturada ilusión de  seguir  el camino
de los eternos inviernos y veranos 
entrelazados en laberintos 
de planetas, estrellas, lunas y soles, 
reventando otoños 
y escupiendo primaveras.




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