GUÍA DEL BUEN MEDIADOR DE LECTURA
El mediador de lectura se encuentra en el medio de un laberinto en el que fluyen letras, ideas, emociones, símbolos, experiencias, visiones de la realidad. A un lado, el texto cargado de un mundo simbólico. En el otro extremo, alguien dispuesto a entrar ahí, pensando cómo encontrar el camino para apropiarse de él.
Parafraseando a la escritora y docente Iris Rivera, quien intente despertar el amor por la lectura puede convertirse en una medianera que coarte la posibilidad de encuentro. O puede ser un mediador que construya un itinerario, cual puente por el que lectores y textos converjan para crear sentidos.
¿Cuál es la mejor manera de lograr acercar textos a los lectores y generar en ellos el deseo de leer?
Quien emprenda la tarea de generar espacios de lectura con la idea de incentivar el deseo de leer se convertirá una medianera, una pared en la que choquen los lectores si:
- No garantiza espacios y tiempos destinados a la lectura.
- Solo usa actividades normadas y textos para alcanzar objetivos ajenos a la práctica de la lectura propiamente dicha.
- Elude el tiempo de lectura y satura el encuentro con otras actividades obligatorias y normadas después de leer e incluso que la sustituyan.
- Pone una excesiva cantidad de objetos y actividades entre los libros y las personas.
- Impone interpretaciones.
- Ignora el sentido pedagógico, ético y político de su propio trabajo.
- No disfruta de leer y hasta lee poco.
- Es prejuicioso sobre los gustos e intereses de los lectores.
- No involucra a otros actores como la familia, otro personal de la institución, autores.
- No diversifica las elecciones de lectura ni comparte con los lectores la busqueda de material.
- Subestima la capacidad de comprensión y de disfrute de los lectores.
- Reduce la amplia dimensión de la cultura escrita al uso instrumental de la lectura y la escritura.
Sin embargo, podrá convertirse en alguien que señale caminos posibles, que genere itinerarios, que tienda puentes entre el texto y el lector, en un verdadero mediador, si:
- Comprende que su tarea es ética, política y pedagógica porque colabora con las personas en el propósito de develar, entender y humanizar las estructuras y relaciones que sustentan el mundo que habitan.
- Ofrece y promueve condiciones dignas y dignificantes de lectura e impulsar en el lector la necesidad de “ir más allá”, en su apropiación del mundo, desde su múltiple condición de persona, de sujeto social y de ciudadano.
- Tiene la capacidad de transformar las pedagogías de la lectura.
- Ayuda a los lectores a alcanzar un conocimiento liberador.
- Contribuye a la habilitación de los lectores para la vida en democracia y la participación en los asuntos públicos.
- Promueve un sentido digno de la condición humana asentada en la acción ética responsable, propositiva y afirmativa de las personas ante sí mismas y el “otro”.
- Reivindica la dimensión estética de la formación lectora y motiva a los lectores al conocimiento y disfrute de la literatura.
- Disfruta de la lectura y transmite a los demás su pasión de forma natural.
Cuando vayamos a emprender la tarea de despertar la pasión por la lectura, hagámoslo proponiéndonos ser mediadores y no medianeras.
María Laura Ruggia
BIBLIOGRAFÍA
Didier
Álvarez y Silvia Castrillón; De la mediación de la lectura o de cómo “ir más
allá”.
Natalia
Porta López; Sugerencias para una buena mediación.
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