LEER EN EL SIGLO XXI
María Teresa
Andruetto dice que los libros son puentes hacia otros y hacia zonas
desconocidas de nosotros, que vinculan un escritor, su lengua y su
sociedad. Por este motivo, considera que
es fundamental, al seleccionar un buen libro, pensar en aquel capaz de quedarse
en nosotros como las personas que amamos. Es decir, que un buen libro es el
que nos llega y nos causa un impacto profundo.
Al proponernos un
proyecto de lectura, según lo expuesto por
Andruetto, es importante pensar en el espacio donde se desarrollarán las
propuestas, que debe ser un lugar tranquilo y estimulante para ese fin, separado
del espacio aula y dotado de libros de diversos géneros y autores, de diversas temáticas,
estéticas, épocas y que resulten no solo interesantes sino hasta inquietantes.
También hay que prever el tiempo y la frecuencia con que se realizarán los encuentros,
para crear la expectativa y el hábito de leer.
Otro aspecto
fundamental a considerar es la coordinación, que debe estar a cargo de alguien
capacitado para la mediación, que tenga una presencia horizontal y no vertical
y que demuestre verdadero interés y gusto por la lectura.
La propuesta
tiene que incluir siempre la lectura en voz alta, tanto del mediador como de los
participantes, así como también la lectura silenciosa y el intercambio de ideas
sobre lo leído; juegos relacionados con eso y actividades interactivas; siempre
poniendo el foco en el entusiasmo de leer.
La idea es que
estas actividades no se hagan con el objetivo de evaluar tradicionalmente, sino
que en el proceso se evalúe la condición lectora.
Otra importante
sugerencia de Andruetto es que se involucre a toda la escuela e incluso a otras
instituciones y a toda la comunidad.
Por último,
sostiene que leer es una forma de resistencia ante el avance de estructuras de
poder que son deshumanizantes. Nos ayuda a resistir desde lo más profundo y a
creer en lo que hacemos.
Según Miguel Dalmaroni, en la escuela, la enseñanza de la
lengua y la literatura tiene que presentar dos resistencias. Por un lado una
resistencia hacia los sentidos dominantes, mediante la enseñanza profunda del
código. Por otro, la resistencia de la poesía, es decir, la resistencia a que
algo se cuente como común y corriente. En esto coincide con Andruetto, porque
su idea de la enseñanza de la lectura pone su mirada en que ayude al lector a
salir de lo común para concentrarse en aquello que lo lleve a reflexionar
profundamente sobre su situación para resistirse a los cánones impuestos.
María Angélica Möller expresa que los procesos de lectura
y escritura, desde muy temprano, permiten conocer el mundo, organizarlo,
transformarlo y a través de ello, organizar y transformar los propios esquemas
mentales. Por eso, ella también, al igual que Andruetto, estima que es
fundamental la adecuada selección del material de lectura y la especial
presencia del maestro/mediador, que debe estar dispuesto, a la par de sus
alumnos, a pensar, escuchar, preguntar, con respeto y verdadero interés y
placer.
José Antonio
Cordón sostiene que los cambios tecnológicos han derivado en cambios en las
materialidades de los soportes de lectura, que resignifican los códigos
sociales de apropiación de los contenidos y en el propio concepto de libro.
En este
escenario, en el que nos encontramos bombardeados de información, una forma de resistencia
es leer para entendernos y entender el mundo. Eso nos permitirá, a través de la
introspección, resistirnos a la
deshumanización a la que nos conduce el capitalismo rabioso.
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