PENSAR UN NUEVO CANON LITERARIO


 

Lo que debiera oírse
no se oye

ni poco ni mucho
se oye

peor que eso

nunca sabremos
de qué estupor se trata
quién o qué se ausenta
en el Palacio

del Vocabulario. 

María Negroni

 

Un canon literario es un corpus de textos selectos, juzgados como los mejores, que funciona como indicación de lo que debe leerse y enseñarse. Ha surgido desde estructuras de poder que imponen formas de leer el mundo, desde una visión particular en desmedro de otras, construyendo una interpretación monopólica de la realidad.

Parafraseando a María Adriana Velasco Marín, de la Universidad Autónoma de Puebla, podemos decir que, conformado como un poderoso mecanismo del patriarcado para limitar todas aquellas expresiones que amenacen su estabilidad, ha servido históricamente para silenciar grupos humanos completos, especialmente la voz femenina, que ha tenido que soportar la indiferencia, la censura, el descrédito, el rechazo, la proscripción.

Es por eso que debemos abrir el actual canon literario en general y el argentino y latinoamericano en particular, para dar lugar a identidades culturales nuevas y a otras que han estado en la marginalidad, desplazadas o invisibilizadas.

Actualmente, los lectores contamos con muchos recursos tecnológicos que nos permiten acceder a textos y autores, aunque no sean los incluidos en el canon. Esto nos da la posibilidad de situarnos en un punto y observar el amplio mapa de nuestra cultura nacional y latinoamericana, para armar nuestros propios itinerarios de lectura.

Olalla Castro , en uno de sus poemas, dice:

Quién sabe cuántas locas del desván,
en sus secretos escritorios,
se dedicaron a detonar botes de tinta.
Quién sabe cuántas madrigueras
cavaron escribiendo,
cuántas grutas estrechas, cuántos pozos.
Quién sabe cuán profundo
habría que escarbar para encontrarlas. 

Las mujeres, a lo largo de la historia, hemos buscado diferentes estrategias para romper con esos silencios impuestos. Es hora de que, como sociedad, escarbemos tan profundo como para recuperar esas voces y sacarlas del silencio al que las han tenido obligadas.

Mi itinerario argentino de lectura es este:

  • Juana Manuela Gorriti: La quena.
  • Eduarda Mansilla: Lucía Miranda y Cuentos
  • Libertad Demitrópulos: Río de las congojas.
  • María Negroni: El corazón del daño e Islandia.
  • Sara Gallardo: Eisejuaz.
  • Susana Thénon: La morada imposible.
  • Camila Sosa Villada: Las Malas.
  • María Teresa Andrueto: Aldao y Poesía reunida.
  • Liliana Ancalao: Mujeres a la intemperie.
  • Claudia Masin: La desobediencia. Poesía reunida.

Y este, mi itinerario latinoamericano:

  • Adela Zamudio: Íntimas (Bolivia)
  • Marosa di Giorgio: Poemas completos (Uruguay)
  • Elena Poniatowska: La noche de Tlatelco (México)
  • Maruja Vieira:  Una ventana en el atardecer y El nombre de antes (Colombia)
  • Mercedes Gordillo: Al menos cuentos, al menos flores. (Nicaragua)
  • Hilda Hilst: Balada del festival (Brasil)
  • María Fernanda Ampuero: Sacrificios Humanos (Ecuador)
  • Samanta Schweblin: Distancia de rescate y Pájaros en la boca (Argentina)
  • Marcela Serrano: Nosotras que nos queremos tanto (Chile)
  • Karina Pacheco Medrano: La voluntad del Molle (Perú)

Si bien solo he elegido mujeres, esto no significa que margine a los escritores, dado que ellos tienen amplio apoyo, visibilización y difusión desde siempre. Y por supuesto, también los leo. Obviamente, la selección es muy acotada considerando la innumerable cantidad de autoras de gran relevancia que hay, tanto argentinas como latinoamericanas, aunque muchas no figuran en los cánones que circulan en escuelas, institutos y universidades. No he seleccionado algunas que me gustan, como Clarice Lispector, Gioconda Belli, Gabriela Cabezón Cámara o Isabel Allende dado que ya son ampliamente conocidas.

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